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Educador, lingüista, escritor, estudiante de antropología y mentor de jóvenes
22 de septiembre 2022
El campo florido en sus ojitos infantiles, reflejando las margaritas, la yuca, el plátano, las mariposas y el café.
Registrado está, en estos ojos de niño, un alma perdida en la infinitud de la guerra humana, que ha transformado césped, en campos minados.
Este cuerpo joven, sano y desnudo, busca, en su posición delicada, el permiso de una vez más ser sol y también luna.
Me siento delante esta gigantesca e imponente figura, traducida por las lentes de un Ángel fotógrafo, y soy devorado por la pequeñez y fragilidad de la condición humana.
Lo dibujo.
Lloro con él.
¿Lo deseo?
Quisiera cuidarlo. Cuidar este cuerpo mutilado, para que nosotros dos podamos dormir al compás de esta canción de cuna, insistentemente ahogada por las adversidades de la violencia.
Regreso a mi casa, con el dibujo en la maleta. Me quito la ropa delante el espejo más grande de la casa, permitiéndome la transgresora acción de no tener vergüenza de mis vergüenzas.
Corro las puntas de mis dedos por entre mi floresta personal que va desde mi mentón hacia mi pubis.
De ahí salen flores y cantan pájaros, al paso que creaturas fantásticas recién nacidas, anuncian el mundo real.
David
Miguel Ángel Rojas
David es una serie de doce fotografías en blanco y negro con la imagen de un joven desnudo y mutilado. La pose del hombre, la iluminación, el pedestal y el título de la obra, recuerdan la famosa escultura del Renacimiento hecha por el artista Miguel Ángel Buonarrotti. Pero a diferencia del Rey David, símbolo universal de la belleza masculina, del heroísmo y de la libertad, el hombre que aparece en las fotografías es un soldado colombiano que perdió una pierna por pisar una mina antipersonal. De esta forma, Rojas evidencia la fragilidad del cuerpo humano en combate y contrasta la figura del héroe con las irreversibles consecuencias físicas y psicológicas de la guerra.
Fuente: Museo de Memoria de Colombia