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Estudiante de Nacionales en la Universidad Nacional de Colombia, estudiante de portugués y profesor de español
28 de enero de 2023
En una definición apresurada, puedo caracterizar al departamento de Santander como un territorio colombiano de montañas prominentes e imprudencia agreste. Las personas siempre marchando de frente marcan el ímpetu de su hacer diario, sin importar el clima de temporada o la altura de la montaña, defienden lo suyo traducido en rebeldía que sabe llorar alegría y soportar la desdicha. Caminar por sus empedrados, comer dulce de arequipe en un paseo al gallineral, ver las montañas colindantes a la ciudad, la berraquera de los ancianos que nunca cesan y escuchar el canto de sus aves a media tarde es ungüento para el alma.
Con esta exigua definición que sobreviene a mi mente, puedo dar una inmerecida, pero breve, caracterización al territorio santandereano, es decir, su naturaleza y su gente; no obstante, considero que es insuficiente por su imponente paisaje que logra asombrar al más incrédulo citadino.
El departamento de Santander, con su capital Bucaramanga, demuestra avance social que se ve comprometido en la industria del calzado y la calidad universitaria, con una de sus mejores universidades: La Universidad Industrial de Santander, además, el potencial económico del departamento se basa en la industria turística, la ganadería y la agricultura. Esta última es la más rica en productividad por la variedad de pisos térmicos que podemos encontrar, desde el clima frío de Málaga hasta la calidez de Cimitarra, y con esto surge una gran variedad de alimentos como el cacao, café, hortalizas, caña de azúcar, entre otros.
El territorio reposa en el oriente de los Andes y limita con los departamentos de: Boyacá, Norte de Santander, Antioquia, Cesar y Bolívar. El ícono regional es la hormiga que demuestra o intenta traducir la diligencia de su gente; incluso, la hormiga culona (muy característica de la región) es una fuente alimenticia rica en proteína y además es costumbre ancestral de la filiación Chibcha, étnia indígena que aún sigue vigente en la sangre campesina del territorio andino. Su estilo colonial también deja un antecedente historiográfico respecto a las revueltas del siglo XVIII: criollos y mestizos comuneros con parafernalia de obrero a la lucha en contra de la corona española. El Parque Nacional del Chicamocha también hace homenaje a este hecho importante para la historia de Colombia con el monumento a los comuneros que lucharon en contra de las políticas fiscalizadoras de las reformas borbónicas que buscaban extraer el máximo de riqueza del territorio neogranadino para llevarlo a Europa.
A propósito del Parque Nacional del Chicamocha, se exige al turista visitarlo para que pueda ser testigo de lo insignificante que puede ser cuando se compara con la alta montaña que va dejando profundos acantilados con hilos finos de río. Pasar por la vía “el pescadero” también deja ver la enorme montaña que se transita luego de conducir bastantes curvas inclinadas. Es interesante examinar con lupa cada lugar del territorio, puesto que tiene un aire característico que no deja de sorprender por su geografía e historicidad.
RELATO: Hace poco estuve en una reunión con historiadores de la Universidad Industrial de Santander en un museo colindante al parque de las Nieves en Girón y allí se hablaba de un incendio que sorprendió al pueblo gironés en el siglo XIX dejando un vacío en el archivo histórico. Han pasado varios años y el archivo de la historia del pueblo fue rescatado de las llamas puesto que se halló su existencia intacta. Allí se da luces de la producción y posición interregional de Girón; sin embargo quedarán ocho años de transcripción y estudio histórico para refundar la historia de Girón, el pueblo que vio crecer a mi madre.
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