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Educador, lingüista, escritor, estudiante de antropología y mentor de jóvenes
26 de diciembre de 2022
¿Para qué sirve el arte? Durante cientos de años esta pregunta ha dado lugar a fervientes debates sobre las motivaciones humanas que nos llevan a producir textos, pinturas, esculturas, cine, música. Cuando se vincula a la lógica comercial, el arte puede ser simplemente un instrumento de control social, dictando a las masas cómo actuar, qué consumir y cómo vivir. Por otro lado, cuando la técnica y la belleza se unen en la creación artística, nos transportamos hacia nuestra propia subjetividad, creando un movimiento de adentro hacia afuera que resulta en empatía. Este movimiento es capaz de sacudirnos y girarnos, despertando sentimientos y recuerdos previamente adormecidos, reconectándonos una vez más con nuestra esencia humana.
Los seres humanos somos como una cápsula energética, y al ser atraídos por la actividad del otro, nos unimos para dar lugar a nuevas creaciones, cargadas de las referencias que cada uno de nosotros acumulamos a lo largo de nuestra vida. Paraguay, un pequeño país en el corazón de América del Sur, poco comentado por sus vecinos, parecería un territorio infértil para un encuentro artístico como este. Sin embargo, como es en los lugares menos probables donde se esconde la magia, fue en la nación guaraní donde la cantautora chilena Tamaris Arcenuñes y el músico instrumentista Ayosunu Oliveira, a través de un gesto de complicidad, formaron el Dúo Mongarú.
Paraguay, aunque rara vez aparece en los medios internacionales, es un país cuyo segundo nombre es la palabra resistencia. Mientras las lenguas indígenas eran prohibidas e ignoradas en el continente, bajo la presión de los gobiernos coloniales y republicanos, los paraguayos, aun en medio de una turbulenta historia de violencia cometida incluso por sus propios vecinos, lucharon por preservar la lengua guaraní como uno de sus idiomas oficiales. . Hoy el país es uno de los pocos de la región en ser oficialmente bilingüe, donde conviven el español y el guaraní. Cuando los dos idiomas se encuentran intencionalmente en la misma oración, Jopara es el dialecto que se habla. El nombre del proyecto es en sí mismo una frase en jopara, cuando se encuentran los término español Duó y guaraní Mongarú.
El pueblo guaraní es uno de los más expresivos del continente americano, presente en gran medida en las regiones sureste, centro-oeste y sur de Brasil, además del estado de Pará. También están presentes en el norte de Argentina, sur de Bolivia y en muchas zonas del territorio paraguayo. Conocidos por una dulce cosmovisión, en la que la comunión del ser humano con los demás pueblos, los animales y la naturaleza es parte de su filosofía de vida. Esta etnia ha resistido invasiones de su territorio por más de 500 años, a través de su arte, siempre fomentando la empatía. Mongarú es una palabra del idioma guaraní, que literalmente significa alimentar, mantener, nutrir. Es una palabra asociada con la retroalimentación de las aves, en la que un pájaro alimenta al otro, fortaleciéndose mutuamente. Para los paraguayos, mongarú es también un gesto en el que dos personas estiran los dedos y cierran las manos en forma de pico de pájaro, tocándose solo la punta de los dedos. Este simple gesto representa algo mucho más grande, dos personas que se reconocen, se fortalecen y se admiran. Así son Tamaris y Ayosunu, un dúo en el que la amistad y la complicidad traspasan las fronteras del escenario.
Los dos músicos cuentan con un repertorio que abarca ritmos latinos como la bossa nova, la MPB, la cueca chilena y el tango, además de géneros extranjeros como el jazz y el blues. Las canciones se interpretan en español, portugués e inglés. Tamaris, dueña de una voz dulce y una presencia impactante, se encarga de las voces, mientras que Ayosunu nos transporta a una meditación sonora hacia dentro de sus instrumentos de cuerda y soplo. Con la combinación de sofisticación técnica, refinamiento poético y respeto por la cultura ancestral de los pueblos originarios del país donde viven, Tamaris y Ayosunu se fusionan en una amalgama chileno-brasileña, recordando a los latinoamericanos que somos más poderosos cuando nos alimentamos unos a otros.