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Educador, lingüista, escritor, estudiante de antropología y mentor de jóvenes
14 de diciembre 2022
Antes de empezar a hablar del panorama LGBT en Bogotá, es crucial señalar que mi compañero es colombiano, es decir, para mí la fascinación por el realismo mágico presente en la tierra de García Márquez ya preexistía. Esta magia de la que hablo, retratada recientemente en la película Encanto, se hace realidad cuando entramos en un espacio reducido, donde canciones en español interpretadas por divas de los años 80 y 90 son reproducidas mientras hombres homosexuales maduros beben licores, bailan pegaditos y lloran amores pasados. O incluso, la alcaldesa de la ciudad, una política lesbiana casada con otra política. La escena de Bogotá es verdaderamente diversa, colorida, empoderada y llena de contrastes, como el pueblo colombiano, tan estigmatizado y sonriente a la vez.
Primero, es necesario contextualizar Bogotá. Esta ciudad, en la Cordillera Oriental de los Andes, tiene casi 8 millones de habitantes, convirtiéndola en la quinta ciudad más poblada de América, solo detrás de São Paulo, Lima, Ciudad de México y Nueva York. Por estar en la cima de una cordillera, a una altitud promedio de 2.600 metros (que puede llegar a 4.650 en su cima), es una metrópoli con un clima frío en comparación con otras ciudades como Lima y Ciudad de México. A diferencia de São Paulo y Nueva York, Bogotá es mucho más horizontal, con pocos edificios altos. El piso promedio de un edificio es de 7 u 8, pudiendo incluso ser más bajo. Como gran amante de este concepto arquitectónico, me siento un poco como en Santos, tanto por los edificios bajitos, como por las montañas vistas desde prácticamente cualquier punto de la ciudad. A pesar de estar sobre montañas, la ciudad está ubicada en un área llamada altiplano cundiboyacense, lo que la hace ideal para moverse en bicicleta. Así que para este recorrido te invito a que te pongas el casco, las gafas prismáticas y te subas a la bici, así, despelucadxs. Veamos juntos la ciudad como si estuviéramos descalzos, con Shakira y Carlos Vives guiándonos.
Considerado el mejor productor de café del mundo, Colombia también es conocida por sus maravillosas cafeterías. Como no podría ser diferente, estos establecimientos son un lugar ideal para encuentros. No es raro entrar en una cafetería, desde las grandes franquicias de Juan Valdez, hasta las más intimistas y sofisticadas, y ver parejas enamoradas mientras disfrutan de una deliciosa taza de café naturalmente aromático y dulce de las montañas colombianas.
Si el café no es lo tuyo, seguro que te va a atraer alguno de los bares de la ciudad. La mayoría de ellos están ubicados en la Zona G, en Chapinero Central. Esta zona es el área oficial LGBTI+ de la ciudad. Incluida la alcaldesa de la ciudad, Claudia López, quien vive en esta región. Al ingresar al Parque de los Hippies, principal del barrio, se encuentra un cartel con el nombre de Bogotá prendido con los colores del arcoíris. También hay varios cruces peatonales coloridos para indicar que todos pueden cruzar con su amor. Algunos de los bares más famosos son Brokeback Mountain (también conocido como Maricón de Montaña) donde puedes escuchar de todo, desde música pop hasta música tradicional colombiana. Este es un gran lugar para ligar, parchar y bailar.
Otro espacio, que me sorprendió en mi primer viaje a Bogotá, es Perro y la Calandria, donde se reúnen hombres jóvenes y maduros para tomar cerveza, parchar y ver vídeos musicales antiguos. Aquí se oye música de planchar, es decir, música en español interpretada por divas de los años 80 y 90. ¿Te acuerdas de esas escenas de películas de Hollywood en las que los hombres beben cerveza y miran partidos de fútbol? Este bar es la versión gay. Pero si no eres latino y no sabes mucha música española, sobre todo de esta época, no te desesperes. Estoy seguro de que liberarás la María la del Barrio que llevas dentro, tan pronto toquen las canciones de la diva mexicana Thalía.
También ubicado en la Zona G se encuentra el Theatron, la discoteca más grande de Colombia y una de las más grandes del mundo. Dividido en 16 espacios interiores y exteriores, en este gigantesco complejo podrás disfrutar de una discoteca electrónica y pop y terminar la noche en un 'perreo'. También es posible ver los shows de Drag Queens y Go-Go Boys, mientras disfrutas una de las variadas opciones de bebidas. Theatron, por su parte, ha sido acusado algunas veces de transfobia por personas trans que frecuentaron el sitio, lo que ha afectado la reputación del complejo.
También hay espacios más alternativos e íntimos, como el MALA MUERTE, que reúne a los que aprecian ritmos menos comerciales y fuera de lo mainstream.
Por otro lado, si eres trans, un espacio que puede resultar interesante es La Perra, una casa cultural con diversas actividades, desde clases de defensa personal hasta un restaurante vegano. Allí también puedes encontrar clases de cultivo y plantación, si te gustan las plantas. Además de ser una casa transfeminista, también es antiespecista, por lo que tu mascota es bienvenida.
Saliendo de la Zona G, para los que gustan de espacios que reúnan a todas las tribus, Candelaria, el centro histórico de la ciudad, es quizás el barrio que recibe mayor diversidad en cuanto a orientación sexual, género, etnia, nacionalidades y gustos. Uno de los centros históricos más hermosos que conozco en América Latina, Candelaria ofrece numerosas opciones de restaurantes, cafés, clubes nocturnos, museos, tiendas de segunda mano, centros culturales y eventos callejeros. El Chorro de Quevedo, una plaza muy bohemia dentro del barrio, es el punto de encuentro de artistas callejeros de toda Colombia y de diferentes partes de Latinoamérica. Las representaciones musicales, teatrales y de cuentacuentos son habituales allí.
Aunque solo comenté dos regiones de la ciudad, Bogotá es una metrópolis extensa, diversa e intensa. Independientemente del área que visite, seguramente encontrarás la comunidad en movimiento. Además de todo, la población es muy hermosa. Una vez la cantante Xuxa dijo que para ella no existían hombres en Brasil, Yo le agregaría algo a este discurso: "No hay hombre para mí en Brasil, pero en Colombia sí".