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Estudiante de Nacionales en la Universidad Nacional de Colombia, estudiante de portugués y profesor de español
1 de septiembre 2022
Roger se despertó varios minutos después de haber sonado su alarma por primera vez. En el intervalo de despertar y levantarse, inconscientemente entra a verificar sus redes sociales mientras está en el lobby del sueño; esta acción se repite varias veces mientras espera la ducha o espera cualquier otra cosa de la rutina matutina.
Es la media tarde y Roger llega a casa para almorzar. Sus movimientos torpes para comer demuestran distracción por estar absorto en medios digitales, como es de esperar, esta conducta se extiende a lo largo del día y el resultado da muestra que Roger parcialmente no hizo nada en el resto de la tarde, es decir, estuvo en ocupación con sus deberes y compromisos, además de la permanencia en alerta mediática.
La distracción nos ocupa de manera constante (no hay descanso). Para caracterizar el concepto de “No hacer nada” en donde Roger tuvo acción, es importante señalar que “NO hacer nada” en el sentido estricto hace referencia a presencia de actividad; mientras que; “hacer nada” es su antónimo: ausencia de actividad (Un juego de palabras). En el Statu Quo estamos en un cansancio muy intenso debido a la productividad virtual de la sociedad actual. Cuando me refiero a la virtualidad productiva, hago hincapié en la noción y necesidad (ficticia) de pensarnos ocupados en todo momento, todo esto, bajo un supuesto de ocupación en donde el tiempo no es suficiente ni siquiera para respirar.
Muchas veces el agotamiento empieza desde la psique, en tanto que pensamos constantemente en el mañana y nunca estamos atentos a la sencillez de las cosas más mundanas, como almorzar tranquilamente, (como en el ejemplo de Roger) y estoy muy seguro que podrías sentir un espejo de identificación cuando expongo esta conducta común. Estar ansiosos a la bandeja de correo en diferentes medios como Instagram, Facebook, Twitter, Snapchat, entre otras, es ejemplo de constante ocupación virtual, incluso, son tiempos de ansiedad en donde se divaga de anuncio en anuncio, tendencia en tendencia y se establece una idea de inmediatez informativa tanto útil como inútil; lo que lleva a preguntarnos si realmente tenemos espacios de ocio o simplemente estamos siendo coartados por un “torrente mediático” en tanto que reza el “No hacer nada”
Con este problema, hago preámbulo para un tema que muchos obviamos y que asimilamos con total resignación: estamos en el afán de sobrevivir en una sociedad enferma en cuanto a salud mental y potencializada por la era de la “inmediatez”, como nos dilucida en profundidad el filósofo Byung Chul Han (Filósofo de la crítica del afán y la sociedad del cansancio). El actor social en todo este problema es la juventud, pues la lógica digital ha penetrado en nuestra etapa de desarrollo psicosocial, a su vez que se reconfiguran las relaciones interpersonales traducidas en sí mismas como ocupación, vendiendo la idea de ir a un ritmo inconmensurable. Los temas críticos en este hacer constante son: vulneración de la autonomía, obesidad digital, dependencias digitales y formas de aislamiento tóxico.
Al mencionar “lógica digital” expresamente hablo de estas redes sociales que nos ocupan y además resalto su carácter negativo en la medida de vulnerar el desarrollo individual del joven. Hablar de vulnerar autonomía es hablar de una dependencia perenne, a propósito de las redes, que nos hace usuarios constantes, pero a costa de muchos factores psicológicos “la adicción es una afición patológica que genera dependencia y resta libertad al ser humano, al estrechar su campo de conciencia y restringir la amplitud de sus intereses” (Echeburúa, 2010). Una cuestión es si realmente estamos teniendo espacios de ocio o somos objetivo del algoritmo y nos vemos inmiscuidos en una dieta adicta, poco saludable, restando libertad, como la obesidad digital: información de todo tipo en línea consecutiva. Si se quiere pensar en estar al tanto e informado para saber de la sociedad, resulta poco útil en el contexto tanto juvenil en su desarrollo como en la trivialidad de la tendencia que nos ocupa en estar recibiendo contenido constantemente ¡Nunca Descansamos! “El conocimiento no es sinónimo de acceso ilimitado o mayor circulación de información, sino de interpretación, comprensión crítica e incluso recreación de esa información dentro de un contexto espacial, temporal y cultural determinados” (Barranquero, 2013).
En la anterior cita de Barranquero, ponente en el tema social de Slow Media, que significa la marcha lenta sobre la tendencia; menciona “contexto cultural” y en este aspecto entra el propósito de este texto: Cambiar el precepto cultural en el “Hacer nada”.
Qué tal si nos tomamos tiempo para compartir con nosotros mismos y hacer nada, estar ensimismados, solos, en silencio, detallar cosas minúsculas de nuestro alrededor, alejarnos del ruido mediático que nos encarcela, empezar a valorar nuestros espacios libres de compromiso. Con lo anterior, se ha reportado que hacer nada nos ayuda a explotar nuestra creatividad, nos brinda sensación de descanso y armonía para tomar decisiones a futuro. En esta cultura frenética, la invitación es salir de nuestra burbuja de ocupación (principalmente en las redes sociales) y entrar en sintonía con la importancia del nihilismo, la nada.
1. https://www.redalyc.org/pdf/2891/289122889001.pdf (Enrique Echeburúa) “la adicción es una afición patológica que genera dependencia y resta libertad al ser humano al estrechar su campo de conciencia y restringir la amplitud de sus intereses”
2. http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0122- 82852013000200007 (Alejandro Barranquero-Carretero) “El conocimiento no es sinónimo de acceso ilimitado o mayor circulación de información, sino de interpretación, comprensión crítica e incluso recreación de esa información dentro de un contexto espacial, temporal y cultural determinados”