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Educador, lingüista, escritor, estudiante de antropología y mentor de jóvenes
25 de marzo de 2023
Paulo Freire es uno de los educadores más conocidos, estudiados y admirados del mundo. Sin embargo, su legado es poco conocido, por una parte, considerable de los brasileños, lo que hace que la relevancia de su obra esté en cierto modo tergiversada. Para introducir y contextualizar las ideas y prácticas freirianas, su programa de alfabetización de adultos en Angicos, Río Grande do Norte, es un buen punto de partida. Esta exitosa experiencia dialoga muy bien con la enseñanza de idiomas y los retos a los que se enfrentan profesores y alumnos.
Angicos es un municipio con poco más de 10.000 habitantes. Está situado en el interior de Río Grande do Norte, a unos 170 km de la capital, Potiguara. En esa pequeña ciudad, hace 60 años, se produjo una revolución en la alfabetización de adultos, que se replicaría en varios lugares del mundo, especialmente en América Latina y África. La mirada atenta, empática y amorosa de Freire le ayudó a escapar de la educación tradicional, en la que la transferencia de conocimientos es la regla. Llegó a aquel pueblo para educar a la gente, no para neutralizarla. La diferencia consiste en construir conocimientos a partir de las sabidurías de los propios educandos, en lugar de traer conocimientos de otro contexto y depositarlos en los alumnos. Las palabras utilizadas para enseñar a leer y escribir eran las que ya formaban parte de la vida cotidiana de cada alumno, lo que hacía que las lecciones estuvieran llenas de significado y horizontalidad. Freire vivió con la gente de Angico y llegó a conocerla mejor antes de iniciar su programa de alfabetización. Ya a principios de los años 60, Freire iba en contra de la educación bancaria, en la que el educador es el poseedor de todo el conocimiento y únicamente deposita información en el alumno.
La exitosa experiencia de Angicos se vio criminalmente interrumpida en 1964 con el advenimiento del golpe militar en Brasil. Debido a este trágico acontecimiento, Paulo Freire se vio obligado a pasar la mayor parte de su trabajo pedagógico en el extranjero.
La relevancia de la pedagogía de Freire, basada en la educación popular, puede extenderse también a otras áreas de la educación, una de las cuales es la enseñanza de idiomas. Al igual que la alfabetización de adultos, la enseñanza de lenguas extranjeras también necesita pasar por reflexiones fundamentales para la construcción del conocimiento; el amor por acoger a los alumnos y crear un ambiente de cooperación y paz, la promoción del multiculturalismo que amplíe su visión del mundo y el respeto por las particularidades de cada individuo. Los alumnos son seres humanos con historias de vida únicas, así como sus deseos, anhelos e intereses. Los educandos no son números.
En un grupo de adolescentes y adultos jóvenes es muy común que las personas sean diversas, con diferentes visiones del mundo e intereses. Esta horizontalidad y amorosidad que propone Freire es una gran manera de abrir discusiones para acordar, disentir y construir nuevos conocimientos de manera respetuosa, empática y atenta, algo tan raro en un mundo cada vez más polarizado y centrado en los intereses del capital. También es una forma de deconstruir los prejuicios que puedan presentar los educandos.
Cuando trabajamos con la enseñanza de lenguas extranjeras, la elaboración de razonamientos suele ser más lenta en los primeros niveles, sobre todo cuando se trata de una lengua muy alejada de la lengua materna de ellos. Encontrar las mejores palabras para expresar lo que uno siente o piensa no es tarea fácil. Sin embargo, este tiempo de elaboración es una oportunidad para que el educando reflexione sobre lo que se dice, en lugar de limitarse a "decir lo que piensa". También es una oportunidad para recuperar la sabiduría de los pueblos indígenas, donde la palabra es sagrada.
Freire es uno de los educadores más respetados y queridos del mundo. Profesores de los más diversos países utilizan su teoría, sus prácticas y sus reflexiones para construir una pedagogía política de la libertad, la autonomía y la autoconciencia. Así, el educador que utiliza sus enseñanzas en el aula tiene más posibilidades de crear un ambiente de cooperación y amistad en el contexto educativo. Freire es uno de los brasileños que mejor representa el alma de nuestro pueblo: diverso, cariñoso, divertido, sencillo y luchador. Su teoría puede y debe ser utilizada no solamente dentro del territorio nacional, sino también en otros países, en el caso, por ejemplo, de los profesores de portugués como lengua extranjera. Así como el educador compartió su pedagogía con los marginados de América Latina, Europa y África, el educador brasileño puede inspirarse en este gran maestro y hacer lo mismo.
Independientemente de la lengua estudiada, la pedagogía freiriana puede ser una aliada en la adquisición de esta lengua extranjera, porque no solo es importante si hablamos o no una lengua, sino que es aún más importante qué hablamos, cómo hablamos y por qué hablamos lo que hablamos. Estas reflexiones van en contra de la educación bancaria tan criticada por Paulo Freire, que solamente se deposita en la cabeza de los alumnos sin ninguna reflexión. Necesitamos hacer de las palabras objetos de transformación social, independientemente de que hablemos inglés o guaraní, para tener un mundo más justo, igualitario y cooperativo.
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