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En conjunto, los 5 países BRICS representan el 40% de la población y el 24% del PIB mundial, frente al 10% y el 30%, respectivamente, del G7.
Educador, lingüista, escritor, estudiante de antropología y mentor de jóvenes
15 de abril de 2023
Dilma Rousseff, la expresidenta destituida tras un proceso de impeachment del que posteriormente fue absuelta, es la nueva presidenta electa del Nuevo Banco de Desarrollo, una institución financiera creada por los miembros del bloque económico BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) que tiene como objetivo apoyar monetariamente proyectos sociales, de desarrollo sostenible y de infraestructuras en los propios países miembros y en otros países en desarrollo. Fundado en 2009, el BRIC, formado entonces por Brasil, Rusia, India y China, surgió como alternativa a Occidente, representado por las naciones del G7 (Estados Unidos, Canadá, Francia, Italia, Alemania, Japón y Reino Unido). Ahora BRICS, el bloque también incluye a Sudáfrica y ha recibido solicitudes formales de Argelia, Irán y Argentina para convertirse en miembros oficiales. Estos movimientos en el llamado "Sur Global" ponen de relieve la importancia y relevancia que la agrupación representa para la geopolítica actual.
En conjunto, los 5 países BRICS representan el 40% de la población y el 24% del PIB mundial, frente al 10% y el 30%, respectivamente, del G7. Además, los países miembros son ricos en biodiversidad siendo Brasil el país con mayor variedad de plantas y animales del mundo. Comparando una foto de los líderes de los BRICS, con una de los líderes del G7, esta diversidad también es llamativa en cuestiones étnicas. En género, en cambio, ambos bloques están compuestos únicamente por hombres. Solamente durante el mandato de la expresidenta Dilma, los BRICS contaron con una representante femenina.
A lo largo de su historia, estos países, especialmente Brasil, India y Sudáfrica, han sufrido varias intervenciones que frenaron su desarrollo. Brasil no solamente fue colonizado, sino que también sufrió golpes militares y parlamentarios. Tanto India como Sudáfrica fueron colonizadas por el Reino Unido, y aún quedan profundas cicatrices tras el fin del régimen británico. El apartheid en el país africano refleja hasta hoy las desigualdades sociales y raciales de su población. Tanta violencia cometida contra las poblaciones del "Sur Global" ha llevado a los líderes a buscar otras alternativas a la lógica capitalista, que durante siglos ha explotado sus recursos naturales y violado los derechos de la naturaleza y de las poblaciones.
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China es actualmente el principal socio comercial de Brasil, Sudáfrica y Rusia, y aunque para India Estados Unidos sigue siendo el primer socio comercial, esta posición podría ser reemplazada pronto por el gigante asiático. Desde 2009, China suma 140.000 millones de dólares en inversiones en América Latina y el volumen de comercio entre ambas regiones alcanzó los 400.000 millones de dólares en 2022. La Nueva Ruta de la Seda, un conjunto de carreteras, vías férreas y fluviales que aluden a los días de gloria del comercio chino con Asia, Oriente Medio y Europa del Este, es el proyecto más ambicioso y propagado por la potencia, valorado en la cifra de un billón de dólares. El superproyecto, sin embargo, no está exento de críticas. Las preocupaciones con el medio ambiente y con las comunidades indígenas, ribereñas y quilombolas de la Amazonia, por ejemplo, plantean dudas sobre la viabilidad del proyecto. También se critica el posible fortalecimiento de los grandes agricultores, que centran su producción en monocultivos para la exportación. También hay críticas a otros países, especialmente a la Rusia de Vladímir Putin, directamente implicada en la guerra con Ucrania desde 2022. La invasión rusa del país vecino se ha saldado hasta ahora con más de 40.000 muertos, 15.000 desaparecidos y 14.000 desplazados. La nación más grande del planeta es también ahora el elefante blanco del bloque, tras haber sufrido varias sanciones en todo el mundo. Brasil, por su parte, intenta retomar la democracia, fuertemente amenazada durante el gobierno del expresidente Jair Bolsonaro. La mayor economía latinoamericana sigue profundamente dividida, a pesar de que los primeros meses del tercer mandato del presidente Luiz Inácio Lula da Silva fueron, según los expertos, positivos, volviendo a priorizar los programas sociales que lo consolidaron como el presidente que sacó a Brasil del mapa mundial del hambre y garantizó el acceso a la universidad a negros, indígenas y personas de bajos ingresos.
En América Latina, Estados Unidos es el principal socio comercial del país desde hace más de un siglo. Esta relación, en muchos momentos casi exclusiva del lado brasileño, se repite en otros países de la región, especialmente Colombia y México. Esta profunda dependencia del país norteamericano y del dólar, sin embargo, le ha beneficiado históricamente, en detrimento de los intereses de sus pares del Sur. América Latina tiene una historia fuertemente marcada por las luchas anticapitalistas, luchas que han sido reprimidas varias veces por el poder militar de Estados Unidos. La Operación Cóndor, una movilización de cooperación entre las dictaduras militares de Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Chile, contó con la acción directa de los estadounidenses en secuestros, torturas y asesinatos de opositores a los regímenes, así como la deposición de políticos elegidos democráticamente, como el brasileño João Goulart en 1964 y el chileno Salvador Allende en 1973. Esta profunda violencia a la que fueron sometidas las poblaciones del continente sigue registrada en la memoria de los ciudadanos latinoamericanos, provocando cierta desconfianza e incluso repulsa hacia las políticas neoliberales de Estados Unidos. El BRICS se ha convertido en una posibilidad real de contraponer un mundo hegemónico a uno multipolar, en el que los países periféricos, en su mayoría al sur del Ecuador, puedan participar en las decisiones mundiales de forma horizontal y equitativa.
El siglo 21 exige que los dirigente encuentren nuevos rumbos para las políticas de desarrollo. También las personas se están volviendo más conscientes de la importancia de respetar y preservar la naturaleza. Si tomamos como ejemplo Australia, el país se ha convertido en un gran villano del clima, siendo el tercer país más contaminador per cápita, enfocando aún en la explotación de sus riquezas naturales como el carbón y el petróleo, para sostener su crecimiento económico. El problema es que al contrario de lo que dicen los medios de comunicación australianos, estas industrias son responsables por la generación de mucho menos empleos que sus datos indican. Por más influencia que puedan tener estas empresas en la política de este país, el pueblo australiano demuestra a cada encuesta sobre el cambio climático que es más importante cuidar la naturaleza que apoyar industrias contaminadoras.
Nuevamente, el BRICS también tiene su porcentaje significativa en la contaminación global. China, Rusia e India están todas en el top de las naciones más contaminadoras del planeta. Sin embargo, son naciones han luchado contra la imposición del capitalismo en el mundo. Brasil de 2018 a 2022 tuvo récords de deforestación, corriendo el riesgo de también entrar en la lista. Históricamente, la potencia latino-americana ha sido un personaje importante para el clima, y en el siglo 21 su rol es protagónico. Brasil debe buscar nuevas alternativas sostenibles para que su economía pueda seguir creciendo de manera que no ponga en riesgo la naturaleza y su población. La actual ministra del medio ambiente, Marina Silva, ha dejado evidente que su país debe buscar alternativas al petróleo en sus políticas de desarrollo. Dijo sobre la más grande estatal de país:
"En mi opinión personal, Petrobras no puede seguir siendo una empresa de petróleo".
Hay muchos desafíos aún en la escena internacional, y no se puede prever con seguridad lo que va a pasar en los próximos años. Pero hay una certeza: el orden capitalista de acumulación de riqueza y crecimiento económico sin límites nos trajo aquí, y es urgente encontrar nuevas posibilidades de vivir en comunión con el Planeta Tierra, en lugar de explotarlo.
La historia ha demostrado innumerables veces el auge y la caída de imperios, como el babilónico, el macedonio, el romano, el bizantino, el ruso, el árabe-islámico, el maya, el inca, el azteca, el japonés. No importa la época ni el lugar, el orden siempre ha sido el auge y la caída de vastos imperios en todo el mundo. Hoy en día, Estados Unidos, que desde la Segunda Guerra Mundial ejerce un poder político y económico hegemónico, representa este imperio en decadencia. ¿Será el BRICS y su propuesta de un mundo multipolar el que decrete su fin? El tiempo lo dirá. ¿O ya está dicho?
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