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Educador, lingüista, escritor, estudiante de antropología y mentor de jóvenes
Hay un viejo dicho que aparece en muchos idiomas que dice: “Un problema compartido es un problema dividido por la mitad”. En cierto modo, se puede decir que esta es una de las premisas del Counseling, una práctica psicoterapéutica que ayuda a las personas a encontrar la mejor solución a sus problemas o incluso a sus dudas e incertidumbres. Sin embargo, no hay que confundir el counseling con dar consejos. No se trata de decirles a otras personas cómo actuar, ni de hacer que las personas se sientan mejor. Esta terapia es un enfoque humanista de la salud mental que tiene como objetivo ayudar a las personas a convertirse en la mejor versión posible de sí mismas.
Este tipo de terapia es una práctica creciente en América Latina, aunque ya cuenta con un gran reconocimiento en Norteamérica y Europa. Es una magnífica herramienta para los adolescentes que se encuentran en una fase clave de transición en la vida, en la que hay que tomar muchas decisiones y superar muchos conflictos. El orientador, en este caso, es un adulto maduro, estudioso de la mente y el espíritu humano, preferiblemente con ricas experiencias de vida, que luego puede animar al adolescente a reflexionar sobre su vida para tomar las mejores decisiones para el inicio de la vida adulta.
Teniendo en cuenta que el counseling como disciplina solo surgió entre los siglos XIX y XX, podemos asociar esta práctica con prácticas mucho más antiguas de grupos humanos que vivían en pequeñas comunidades, como aldeas o tribus. Muchos grupos, de hecho, continúan viviendo así, como las comunidades indígenas y palenqueras en las Américas. En este sentido, el counseling puede consistir en encuentros grupales o individuales, donde los jóvenes reciben ayuda de personas mayores con más experiencia en su comunidad y, así, tener una visión más clara de cómo actuar de manera más asertiva en el mundo.
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En el ámbito escolar, el asesor se convierte en una especie de mentor o entrenador del adolescente, mostrándole el abanico de oportunidades profesionales a seguir, qué caminos educativos son posibles para alcanzar las metas planteadas, discusiones sobre la importancia de un año sabático, la planificación de un programa de intercambio, entre otros. Pero la terapia no se detiene allí. El orientador, como rama psicoterapeuta, también tiene la posibilidad de trabajar temas socioemocionales con el adolescente, tales como consumo de drogas, sexualidad, relación con los padres y otros adolescentes, embarazo adolescente, salud mental, depresión, violencia, bullying, social redes, presión, entre otros.
Al fin y al cabo, la misma reflexión que el adolescente hace sobre el futuro es terapéutica en sí misma, por lo que los temas socioemocionales no son más que otra parte indispensable para el desarrollo integral de este joven. Además, en las sesiones con el asesor también se trabajan las habilidades interpersonales, fundamentales para que este adolescente se convierta en un adulto plenamente realizado y útil a la comunidad en la que vive.
Al igual que un psicólogo, un psicoterapeuta y un psicoanalista, el consejero no ofrece la cura y la solución a todos los problemas del cliente. En efecto, el papel de este profesional, que también estudia a teóricos como Sigmund Freud, Carl Jung y los padres de la práctica del counseling, Carl Rogers y Abraham Maslow, es el de abrir los ojos en quien el paciente puede confiar completamente. A través de conversaciones profundamente reflexivas, los practicantes de este tipo de terapia de conversación ayudan a los clientes a encontrar dentro de su mente consciente e inconsciente las respuestas para seguir sus caminos hacia la autorrealización y autorrealización, siempre de manera empática, sin juicios y comprometidos con el secreto total de sesiones e información sobre conversaciones con el cliente, aunque sea menor de edad. Hay algunas excepciones en las que se contactará a los padres del adolescente para discutir los detalles de la conversación, y esto generalmente ocurre cuando la vida del adolescente o de otras personas está en riesgo.
Teniendo en cuenta que los adolescentes generalmente tienen grandes dificultades para abrirse a sus padres, personas cercanas a ellos e incluso a otros adolescentes, la relación con un consejero, que a pesar de ser inmensamente empático y amable, sigue siendo un profesional en el que el joven tiene absoluta confianza que no hay posibilidad de 'conversaciones filtradas', 'chismes' o incluso 'juicios' por parte del terapeuta, lo que les da mayor libertad y tranquilidad para exponer sus inseguridades y encontrar las mejores soluciones con el profesional de la salud mental.
El género, el origen geográfico, la raza o la sexualidad del profesional del counseling importan poco para la terapia, pero como se mencionó anteriormente, es preferible que este terapeuta no solo lea mucho sobre la mente humana, sino que él mismo haya experimentado situaciones adversas, sea capaz de tener el bagaje necesario para hacer frente a las más variadas situaciones por las que pueda estar pasando el joven. Los problemas de diversidad como la raza, la orientación sexual, la identidad de género y similares siempre deben manejarse con la máxima empatía y sin juzgar, ya que estos son a menudo los temas sobre los que los jóvenes encuentran más difícil abrirse. Reforzando, entonces, la necesidad de que el círculo de amigos del terapeuta sea amplio, diversificado y haya experimentado situaciones de vida complejas y desafiantes.
En definitiva, el counseling es una herramienta fundamental en la vida de un adolescente, pudiendo incluso marcarlo como un 'rito de iniciación', en el que el joven empieza a ver la vida de una forma más madura y estructurada, y en el que el deseo y la urgencia de estar en peligro todavía puede estar allí, pero este adolescente primero pondrá su pie en el río para ver dónde está el fondo antes de zambullirse.